
terminar también en lo que dura un suspiro... El caso es que ahora está ahí plantada, quieta, sin moverse, casi sin respirar si quiera, mirando esa foto. Esas fotos. Y un sentimiento de culpa, melancolía, dolor, invade su pecho tan pronto como recuerda la historia de esas imágenes y el tiempo que hace que no las observa. Antes, las miraba cada día, y cada día recordaba cada cosa de la persona retratada en esos trozos de papel. Es curioso como una vida y una relación de tantísimos
años, puede cambiar o acabar en tan solo unos segundos rápidos, a la vez que eternos. Mirando esas fotos ahí de pie inmóvil, se siente hundida, triste, hasta con ganas de llorar. El dolor de aquella pérdida ha vuelto a atravesar su pecho a la misma velocidad con que un rayo cae del cielo e impacta contra la tierra... Es asqueroso sentirse así, lo más odioso de este mundo. Pensar en una vida pasada que se
arruinó sin posibilidad de mejorarse o recuperarse. Casi una amarga lágrima salada se desliza por su rosada mejilla, cuando entonces decide dejar de mirar ese viejo papel que solo le trae feos, bonitos, alegres y tristes recuerdos que no llevan a nada más que a romperte el corazón en cien pedazitos más cada vez que observas los ojos sin vida reflejados en unos papel cuadrado llenos de tinta.